jueves, 21 de enero de 2010


Hoy hace un año que me di una oportunidad que no me arrepentiré nunca de haberme dado. Tras varios fracasos, muchas frustraciones, promesas vanas y sueños rotos, finalmente le di la oportunidad de conocerme a aquel príncipe azurro que me estuvo esperando durante algo más de un año…
Por aquel entonces nos situamos en un jueves, un jueves conllevaba trabajar por la mañana y por la tarde dar clases a los jubilados, sinceramente ya desde el despertar me encontraba nervioso, pero eran demasiadas las señales que me habían relacionado desde mi estancia en la península itálica en 2003 así que todo salió a pedir de boca. Recuerdo cuando lo vi por primera vez al abrirse la puerta de llegadas de un aeropuerto de Girona mucho más precario que el que hoy día tenemos, como se apresuró tras quedarse quieto al verme con el cartel a hacerme entender que le faltaba parte del equipaje, nuestras primeras palabras de cortesía, las respiraciones forzosas hasta llegar al coche y una vez allí todo el camino hasta Barcelona, el paseo hasta llegar a ver a las dos madrinas del encuentro más particulares y perfectas que podría haber imaginado nunca… Aquella ciudad que tantas decepciones me había dado sin ser yo consciente había conspirado con todo su contenido para que esta vez me rindiera a sus pies, en cada rincón cuadraba elementos para que encajáramos perfectamente y de vez en cuando nos soplaba en la cara con esa magia que tienen las películas antiguas en blanco y negro. Luego llegaría Girona, la perfección para vivir tranquilos y crear nuestro espacio, nuestra forma de vivir, el lugar donde nuestro sueño acabará de cuajar algún día, de momento ya tengo más de lo que soñé con un gran aliciente como es sentir en cada encuentro, esa banda sonora que adoro, que esos diálogos son algo míos… Y que estoy dentro de mi película favorita Love Actually…
Nocciolino, ti amo y esta vez, como canta Mónica mucho más allá de un “Para siempre”.

0 comentarios: