Sin duda una de las frases que más me marcaron de aquel libro que tanto me ayudó a comprender algo mejor la vida, fue la que precede al escrito: la peor pérdida es aquella que no se puede cuantificar.
¿Que nos puede doler más que aquella persona que nos interesa pase olímpicamente de nosotros y sin poder hacer nada para pasar de página, vamos intentando patéticamente captar su atención sin ningún éxito. Hasta que por fin aparece otra que no alcanzábamos a ver pese a estar cerca, por los falsos halos de luz que le otorgábamos a la que nos cegaba?
¿Que nos puede doler más que aquel abrazo o beso que no llegamos a dar a aquella persona tan importante para nosotros, por estar ocupados haciendo otras cosas y que el tiempo se llevó sin aviso de nuestra vida?
¿Que nos puede doler más que hacer todo lo posible por conseguir un objetivo y merecerlo con creces y sin embargo, el destino se empeña en que nunca lleguemos a concebir?
En resumen ¿Que nos puede doler más que aquello que deseamos pero nunca llega a existir?
miércoles, 14 de octubre de 2009
Perder aquello que no tenemos...
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