lunes, 23 de febrero de 2009

Vale más recordar, que verte sufrir...

Recuerdo a la perfección el día en que nos dieron la gran noticia y pasaríamos a ser un miembro más en la familia, no me lo podía creer de ninguna de las maneras, la ilusión que tuve y tenía desde niño por fin se cumplía... Venías de rebote y no tuviste ningún reparo en adaptarte a cada uno de nosotros, los desplantes de cariño buscado por parte de la fémina mayor de la familia, las peleas de los dos pequeños para ver quien no te sacaba a pasear, los mimos a escondidas de todos, las barbacoas, lo que llegaste a ver y jamás contarás...

Sin embargo lo que más echo de menos son los largos paseos que hicieron que este pueblo desconocido para ambos no guardara secretos para ninguno de los dos, cada paseo a contrarreloj antes de ir a trabajar, era una maratón en busca de espárragos, cruzando casas abandonadas, descubriendo árboles misteriosos que no solo despertaban mi curiosidad sino también la tuya, charcos donde disfrutabas más que un cochino revolcándote en el barro, lo mejor venía después, en verano disfrutaba cuando llegaba la hora de pegarnos un manguerazo en la terraza... Y en otoño, los leñazos que nos dábamos bajando por el monte como cabras no tenían desperdicio, aunque mejor así, porque de haber aparecido algún jabalí no sé quién hubiera corrido más o se hubiera subido con más agilidad a la copa de los pinos...

Pero hace cosa de un mes el paseo ya no era ni rutinario ni ameno, no querías seguir, no quieres seguir... Y verte cada día me supone un trago, porque aunque jamás me pueda hacer a la idea de cargar con tu ausencia, sé que es ley de vida.
No puedo quitarme de la cabeza todos los posibles errores que he ido cometiendo hasta el día de hoy, los descuidos a la hora de sacarte, las riñas cuando hacías algo indebido, gritarte tanto cuando me encontraba la rueda del coche, ... Pero tengo la tranquilidad de no pensar haberte querido un poquito menos...

Por ti empezó un ciclo catalogado durante años de imposible que ahora ya toca a su fin, ojalá la sociedad pudiera aprender a no dar tantas vueltas a la vida y mostrar la indiferencia que mostrabas tú al ver lo que has llegado a ver. A tí con tener algo de afecto y cariño a lo largo del día el resto te daba igual ojalá la humanidad fuera capaz de eso, moverse por instinto, distinto a ser egoísta sin duda, porqué carecéis de defectos como el rencor, la maldad, la envidia,...

Duele escribir y pensar esto, pero de todas las cartas que nunca envié, esta, aunque adelantaráa mañana la salida del libro, no la podrías entender ni aunque te la leyera bajo aquel roble que tanto nos gustaba rodear en primavera, tras la carrera por las entrañas más oscuras del bosque, en mitad del prado verde, viendo la inmensidad de los verdes mirándonos, hablándonos,...


El tiempo no pasaba, la tarde no fraguaba en noche, la comunicación entre nosotros no cesaba... Hasta ver tu mirada apenada, ya no quiero pasear, ya no quiero hablar, hoy por hoy solo quiero secarme tras romper a llorar... El tiempo ha pasado.

Espero verte pronto bien, en este tu hogar o acompañando a quien estoy seguro que no se ha olvidado de soltarte un: Busss en vez de Buck mientras te daba golpecitos secos en la cabeza.

1 comentarios:

Montserrat Soler dijo...

ojala algun día yo sepa querer tanto a Nuca como tu queriste a Buck, a veces la miro y pienso que no lo hago bien...que no es justo que ella me quiera sin pedir nada a canvio...