Tras un humilde e inocente café, nadie pudo imaginarse lo que vendría posteriormente: noches en vela, pasión desbocada, enfados comprensibles, riñas sin sentido, escapadas excitantes,....
Posteriormente la situación se aceleraba y allí permanecía yo ajeno a todo, haciendo mi vida quotidiana mientras me seguia, me venia a ver sin que yo lo supiera y luego arrancaba el coche tras divisar a mi padre por la ventana de la cocina, o bien hacia una perdida y tras no obtener la respuesta esperaba se volvía hacia aquella ciudad costera que domingo a domingo me pide 5 minutos para observar su mar tranquilamente desde un espigón o su humilde puerto...
Pero la rutina la rompió quien menos esperaba con el pretexto de ayudar a traer la comida de un domingo familiar, donde todos eran conocidos, pero un pequeño gesto por pequeño que sea, me hace sentir la persona más importante del mundo. Aunque sea con un detalle tan insignificante como explicar educadamente quien soy a sus conocidos, la relación que me une a su hijo o bien detallarme hasta lo más minucioso como pintó las fachadas de la barriada...
Buenas noches
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