jueves, 30 de agosto de 2007

Si...No...La margarita dijo sí

Mañana de Mayo del 2005, Fuengirola Colegio de Jose Mari...

Apenas hacia días que había tomado una decisión firme sobre si dar el paso o no, podría hacer mucho daño a las personas que me querían, no sabia como actuarían, si dolidas por la falta de confianza depositada en cada uno de ellos o bien la incomprensión se encargaría de llevárselos de mi lado para siempre.

Había muchos candidatos, pero todos querían algo de lo que yo huía desde las pasadas navidades cuando alguien se encargo de hacerme sentir como un preservativo tras su uso. Sucio e inútil.
Había alguien que no me llamaba la atención por su físico, sino por lo buena persona que parecía, pero me daba mucho miedo dar el paso de conocerlo, puesto que se podían complicar mucho las cosas en cosa de días, semanas o meses. También recordaba alguien que había echo mella en mi interior y que me hizo pasar la mejor noche de mi vida en Barcelona cuando mi familia me hacia en el sur de Francia visitando lagos con mis compañeros de universidad. Pero era un juego que me encantaba, el engaño era excitante pese a tener miedo a que la suerte no me acompañara y que cualquier fallo hiciera temblar los cimientos de cada mentira piadosa, lo que más miedo me daba era quedarme tirado en cualquier carretera comarcal y que me tuvieran que venir a rescatar mis padres... Por suerte semejante suceso nunca tubo lugar.

Aquel preludio de verano fue la envidia de cualquier amante de película de Almodovar, se mezclaban pinceladas de cenas y comidas familiares, con vaivenes con el tren hacia Málaga, visitas a Marbella en Bus, visitas a playas nudistas, fiesta nocturna con desconocidos que posteriormente serian conocidos y amigos...

Pero tras la ida de la noche llegaba un nuevo día y me preguntaba por qué no probaba de ponerme en contacto con él...

Exámenes en junio...

No me lo pensé dos veces, puesto que ya le había dado suficientes vueltas durante mi estancia en la costa del sol en los momentos de soledad que tuve para encontrarme a mi mismo.
Entre libro y libro chateamos, entre apunte y apunte arriesgamos y cuando me di cuenta ya le estaba pidiendo pasar el resto de la eternidad junto a él.

La escusa para conocernos un café que a día de hoy aún tenemos que hacer, cada día era mucho más intenso que el anterior y eso era algo que me encantaba, las prisas, el hacer la vista gorda, el exilio del estudio, las horas perdidas de sueño, el levantarme antes de que finalizara la jornada laboral de mi padre para volver a casa y no ser descubierto...


Echo de menos todo eso, y mucho más que ya contaré cuando pueda...

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