sábado, 19 de febrero de 2011

Y de repente


De repente te encuentras bien encarado a los 30, seguir las vivencias y consejos no han servido de nada, pese a pertenecer a la primera generación de los NiNi te mantuviste al margen, trabajaste ilegalmente antes de la mayoría de edad para darte tus primeros caprichos, continuaste estudiando y formándote durante años a la par que trabajabas el fin de semana en un establecimiento, por llamarlo de alguna manera fina, de comida rápida, en el que te pagaban poco y si te quedabas por obligación a hacer horas de recuento de material las pagaban como complementarias. Luego la vida pareció sonreírte y te llovió un trabajo diferente para los fines de semana y festivos mientras acababas bachillerato, al empezar el ciclo de informática se amplió la jornada laboral diariamente, menos los lunes que no fueran festivos, si lo eran, mala suerte, esa semana carecía de descanso laboral, pero total como era media jornada...
Por azar de ampliaron el contrato y decidiste dejar una carrera en la que solo disfrutabas con los compañeros universitarios más pequeños que tú, porque pese a no ser de las más difíciles, tu no te veías engañando a la gente en un banco por exigencias de los superiores. El primer año no estuvo mal, te permitiste algún viaje, saliste del armario e incluso después de un desengaño optaste por dejar el coche de segunda o tercera mano tirado, como él lo empezaba a hacer habitualmente y comprarte un coche normalito que aún estas pagando mes a mes y lo que queda... De ese momento a este, pese a los dos trienios no llegas a ser lo que la sociedad marca como mileurista, con ello y el pago del coche no te plantees nada, no tienes derecho a nada, a menos que te vayas donde empezaron tus abuelos y padres, la calle Angel Guimerà de Salt, donde últimamente los reporteros acuden como las moscas a la miel para tirar cortinas de humo y tapar la sociedad gris que nos inunda hasta que pase esa culpable crisis, pero mientras tanto, tu sigues sin poderte independizar decentemente, a todo el que te quejas ya tiene familia, está en el paro, pagando la hipoteca y te lo dicen en el aeropuerto cuando tu pillas la clase económica y ellos prefieren reservar asiento, así como un hotel con mas de dos estrellas porqué ya que se sale...

Y de repente me doy cuenta que me he pasado los últimos 16 años veraneando en Fuengirola, mirando a Mijas cada noche mientras cenaba jamoncito y pescaito frito, mientras los edificios caían y volvían a crecer multiplicando sus plantas, mientras los años no pasan en balde y llegará el momento de decir, ya no hay un momento para volver, ya no me espera allí nadie, todo es un espejismo de la sociedad, esa sociedad que imita lo que ve en la sociedad sin aspirar a nada más en la vida. Entonces, sólo entonces, descubriremos que la vida es todo aquello que no hicimos mientras íbamos tirando.
Mantengo lo dicho, a estas alturas, sigo sin haberme cruzado con nadie que pese a tener carreras universitarias pueda enseñar más que con un simple gesto o una mirada tuya... Hasta el verano espero...