La ilusión nace como una semilla entre las baldosas de la calle que a diario piso, sin tierra, sin suficiente agua periódica que le asegure una vida medianamente aceptable, pero aún así, sobresale. Hay una época del año que se multiplica, creando quebraderos de cabeza a los que tienen que exterminarlas porque su actual vista a la única meta que quieren tener queda tapiada o enturbiada...
El problema es que estas semillas las arrastra el viento y nadie sabe a ciencia cierta su procedencia ni su destino. Por ello a veces tras una primera apariencia bella y esbelta acaban por ser algo grande, molesto e incomodo de seguir en nuestro camino y desgraciadamente en días como hoy, me hace tropezar. Esta vez no me levanto de seguida, esta vez hay una pequeña herida abierta, el inicio de la etapa del temido ¿Y si…? La peor enfermedad para un alma libre sin duda, plantearse un presente paralelo, pero con otros errores…
Ahora sí, me impulso, veo a los que no dudan en tenderme la mano, a algunos que la retiran antes de dedicarme más tiempo del que creen que necesito, mi orgullo prefiere que me decante apoyándome en una inerte farola, en la que veo un espejo con un reflejo demasiado difuso para saberme identificar, pero aún así me busco, existo y a medida que vaya reconociendo partes de mi en el reflejo, volveré a retar al destino poniendo de nuevo la otra mejilla… No te temo.